lunes, 4 de mayo de 2015

"La prueba reina de la larga distancia: una experiencia para vivir y sentir" por Irene Romero.


LA PRUEBA REINA DE LA LARGA DISTANCIA: UNA EXPERIENCIA PARA VIVIR Y SENTIR

Bueno, ¿por dónde empezar?, ¡ni lo sé!; han sido tantos los momentos y tan largo el camino…

Me inscribí a Mapoma 2015 no recuerdo ni en qué momento, ni cuales fueron los motivos que me llevaron a ello; sin consultar a nadie, ni pedir opiniones, en un momento de subidón, supongo, cogí mi pequeño portátil y me inscribí.

¡Ala otra locura más para la colección!. Se lo dije solo a Yoli, porque la verdad, me daba hasta vergüenza de decirlo al equipo; sabía que pensaríais: “Y esta loca, ¿dónde va?; y razón no os faltaba, de hecho yo luego lo he pensado muchas veces, pero bueno el paso ya estaba dado y decidí afrontar la situación con fuerza, energía, y lo que creo más importante, con ILUSIÓN.


Empezaron los entrenos, que he podido completar día tras día, ya que me han respetado las lesiones, los resfriados, … y así poco a poco llegó el gran día.

He de decir que me he sentido bastante motivada durante estos meses y eso ha sido muy importante para no rendirme, aunque también he tenido mis dudas, por supuesto, pero nunca se me pasó por la cabeza abandonar.

También he decir que este último mes, por motivos personales, las circunstancias han sido complicadas para mi, pero…tenía tan claro que quería conseguirlo, que he luchado con todas mis fuerzas para lograrlo.

La noche previa a la carrera, antes de dormir, mi hermano, que es hombre de pocas palabras, me escribió un wuasap: “El trabajo lo tienes hecho. Lo difícil es llegar hasta ahí. Mañana toca vivirlo y disfrutarlo. Ánimo campeona.

Ríe, llora, siéntelo o lo que sea. Estas preparada”. Un regalo que me encantó.

Como todos, supongo, esa noche dormí poco y mal, pero bueno con eso ya contaba. Me levanté y me preparé con tiempo; mi madre que estaba en mi casa se levantó temprano también, estaba nerviosa imagino, porque su cara de preocupación así lo mostraba; la pobre nunca nos ha apoyado en las maratones; nos dice: “¿Qué quieres que te diga que me hace gracia? Pues no”.

Y llegó el día, ¡menudo día!; lluvioso y horrible, pero de temperatura perfecto.

Reunión con el equipo, las risitas y nos vamos acercando a los cajones de salida; finalmente me despido de JC, Yoli y Hugo; al cajón ya entro emocionada, asustada y abrumada por la magnitud del evento.

Comienza la carrera y como pensaba hacer honor a mi categoría tortuga,…pues despacito allá que fui, con el único objetivo de acabar sin andar. A los pocos kilómetros vi a Raquel, a Carlos G y a Luís dándome ánimo y gritándome

¡Vamos cordobesa!, ala, otra vez a llorar, jajaja. Me encantó veros chicos, de verdad, gracias.

Sigue y sigue la carrera sin cosas importantes a destacar, hasta el kilómetro 18 que estaba Hugo, animándome como siempre, y en Preciados, las chicas y uff!!, momentazo cuando las vi, pegué un grito de alegría, no sabía que estarían ahí; gracias por esperarme.

Ya buscaba a mis padres, que dijeron que estarían en Callao, hasta que por fin en Sol los ví; fue un momento de felicidad total, mi padre preguntándome: “¿Vas bien?” y yo poderle decir: ¡Si!.

En el 21 me esperaba mi compañero de fatigas, risas, luchas contra en viento,…,pues ala ahí estaba, me quedaba la mitad, pero ya en compañía mucho mejor.

Pasaban los kilómetros y ya en el veintitantos las piernas me dolían bastante. Me acuerdo que vi el kilómetro 27 en la Casa de Campo y pensé: “Bueno a partir de aquí es todo un mundo desconocido”.

Las cuestas abajo, que aunque pocas, las hay, empezaban a ser un suplicio para mis piernas. Me acuerdo que Hugo me dijo: “Las piernas siempre se van a quejar, ahora tira de la cabeza”; y así lo hice, a ratos mejor y a ratos peor, pero autoconvenciéndome de que podía seguir; y así fue , seguí kilómetro a kilómetro, los últimos eternos la verdad.

En el treinta y tantos, no me acuerdo cual exactamente, vimos a un chico con la bandera de Córdoba en la espalda, anudada al cuello y andando; ¡Ostras! Eso me dolió y fue otro punto de rabia más para seguir adelante.

Ya llegando al retiro otra vez mis padres, que se dieron una carrerilla conmigo y con mi madre fui de la mano unos metros ¡chulísimo!.

Y por fin el momento de gloria, esa entrada al Retiro, ¡una pasada!, ¡menudo momento! Inolvidable, solo unos segundos o quizá algunos minutos en los que se te pasa de todo por la cabeza, no sabría ni describirlo, y….. ¡RETO CONSEGUIDO!.

Quisiera dar las gracias a un montón de gente, espero no olvidar a nadie:

Al equipo CD Running Humanes de Madrid por compartir aficción y por los ánimos. Quiero dar las gracias a todos los acompañantes, a vuestras chicas, que con el día que hacía, allí estaban animando a tope; muchas gracias de verdad, un subidón veros. Los acompañantes tienen mucho mérito, a veces poco reconocido y es para hacerles un monumento, he sido acompañante muchas veces y se de lo que hablo.

Gracias especiales a la sección femenina del club porque son unas chicas estupendas, siempre animando, siempre positivas y que tienen muy buen rollo. ¡Gracias espartanas!.

Quiero nombrar a una de mis tortugas queridas en especial, a Yoli; quiero darle las gracias por su positividad en los entrenamientos, por su cabezota dura en las carreras de la cual aprendo mucho, porque es una persona alegre y porque se ha preocupado por mis cosas. Ah! Y por las tortugas que me regaló que me han traido mucha suerte.

Gracias a nuestro compañero Hugo que me ha regalado un montón de entrenamientos, consejos, ánimos, risas,… y que como dijo JC en su crónica, una gran persona de la que hay mucho que aprender.

Gracias, como no, a mi familia en general por TODO.

Gracias a mi hermano por sus consejos y porque su tesón, constancia y afán de superación son dignos de admirar.

Gracias a mi padre, que en esto “del correr” es un espejo donde me miro, del que aprendo lecciones continuamente y porque lo quiero un montón.

A mi madre, gracias por supuesto, por aguantarnos a los tres con nuestros retos deportivos; la pobre siempre la andamos preocupando; ¡Te quiero mamá!.

Gracias a mi compañero de vida, por un montón de cosas, pero la más importante, por respetarme en mis locuras y por facilitarme el camino aún cuando las cosas se ponen difíciles. ¡No tengo palabras!. GRACIAS.

Y por último, gracias a mi rubia, que con solo verle la cara por la mañana me da fuerza e ilusión para afrontar el día a día.

Y sin más decir: ¡SOY MARATONIANA!

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